La calle en mi cabeza... imborrable, solitaria, mas bien íntima. Sólo yo y ella caminando por ahí, veíamos el cielo cubierto... parecía una pintura, pisábamos la acera mojada por un rocío pasajero, el sol se escondía sensualmente en la costa a nuestras espaldas y nosotros pasábamos. Si hacía algo de frío, no importaba; mientras andábamos éramos felices, cantábamos the doors, recogíamos hojas secas, nos perdíamos en los bosques de la verde ciudad... vivíamos algo prohibido, como un último grito de la adolescencia y éramos capaces de combatir juntos al tiempo y al espacio, incluso a los astros...
Hoy releo aquella tarde que pasó y quiero hacer un salud por todo eso que pasó. Recuerdo con nostalgia, como diría un gran amigo, uno de "the best days of our lives"
Massimo Ranieri
Hace 2 años
2 comentarios:
Estamos llenos de recuerdos, y auqnue queramos es imposible desprendernos de ellos. Pero a veces cuando el tiempo juega a favor, los buenos momentos tiñen el resto y nos permiten avanzar.
Lo bueno siempre queda, lo importante es no distorsionarlo por el rencor del último trago amargo.
Un abrazo!! Cuídate!
Chaolin =0)
Weeena Roy! Te pasaste un blog de todo un poeta!!
Cuidate!!
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